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Gustavo M. de la Garza Ortega

Historia

Por Gustavo M. de la Garza Ortega

 

El 4 de enero del  2000 cuando aún resonaban las fiestas de la entrada del nuevo milenio, el Hermano Lasallista Jorge García Abaroa celebraba sus 50 Años de Maestro y con tal motivo Gustavo, uno de nuestros compañeros de generación, organizó una comida en su casa con motivo de dicha celebración a la que acudimos todos los compañeros de la generación incluyendo profesores y alumnos.

 

Al término de dicha comida Gustavo nos sorprendió al leer un mensaje que había preparado para esa ocasión, en el que, después de desplegar en forma amena, alegre y jocosa, muchas de nuestras vivencias de cuando fuimos alumnos del Regio, narró una experiencia personal que nos conmovió y que nos permitimos transcribir literalmente algunos de sus párrafos que dieron origen a esta Beca.

“Los años en el Regiomontano seguramente fueron para todos, los más trascendentes de nuestra vida.

En aquellos tiempos, a Jorge le hablábamos de usted porque era más viejo que nosotros, ahora le hablamos de tú porque luce más joven que nosotros.”

“En esos años, mientras nuestros padres se esmeraban en enseñarnos las buenas costumbres y los buenos modales, el Instituto y sus profesores nos enseñaban a ser hombres.

Bajo el sello Lasallista, el Instituto y sus maestros nos formaron, nos dirigieron, nos moldearon y nos encauzaron a ser lo que somos."

En la época más difícil de un muchacho, en plena adolescencia, Jorge García, con todo celo y con toda responsabilidad, con toda paciencia y cariño, junto con los demás maestros nos aconsejaron y nos imprimieron los valores que habrían de regir en toda nuestra vida. Todos nosotros, y yo particularmente, reconocemos la influencia positiva y trascendente que esos años dejaron en nosotros. Reconocemos y agradecemos su dedicación su abnegación y su entrega total a educarnos.

A lo que me cuestionó: ¿Entonces porqué sacas a tus hijos?... ¿Tuviste algún problema en el colegio? A lo cual repuse… -- que no había tenido ningún problema en el colegio y, que si me los llevaba, era porque estaba en una situación financiera muy difícil y por lo tanto no estaba en posibilidad de seguir pagando las colegiaturas, por lo que no tenía otra opción que llevármelos a una escuela pública. Se opuso terminantemente y me dijo: - ¡Tus hijos se quedan aquí! Le respondí: -- Maestro, mi crisis no se va a resolver en dos o tres meses, tal vez ni en un año, sería en vano ofrecerle que le puedo pagar a corto plazo… Jorge García insistió: -- ¡Tus hijos se quedan aquí y aquí los educamos! Volví a insistir: - …no quisiera que pasaran la pena que les nieguen el derecho a examen cada mes por falta de pago. A lo que contestó: Voy a anotar que las colegiaturas están pagadas por este año y por el próximo para que no los vayan a molestar. Así se hizo, se quedaron en el Instituto Regiomontano. Cuando me empecé a recuperar me presenté a pagar y me volvió a insistir: -- primero resuelve tus problemas más ingentes, después vienes a pagar. Le respondí: -- que ya podía afrontar el pago y después de discutir el tema por algunos minutos, finalmente me lo aceptó.

 

Mis hijos continuaron en el Regiomontano, fueron formados por los Lasallistas y después de hacer sus estudios universitarios en Monterrey, hicieron sus estudios de postgrado en Inglaterra y Estados Unidos. Son hombres de bien, de profundas raíces cristianas, de una gran moralidad que recibieron en el Instituto Regiomontano y que les dejó marcado su destino.”

 

“Yo recuerdo que en ese día le dije a Jorge: a partir de hoy, cada vez que te vea, cada vez que te recuerde, cada vez que rece por ti, cada vez que oiga hablar de ti, sólo tendré una sola exclamación: ¡Gracias! Y así ha sido desde entonces. Siempre, aún antes de saludarlo, siempre, siempre, primero le he dicho: Gracias.”

 

“Como homenaje a este gesto que le dio nueva luz a la vida, que hizo que los ríos volvieran a correr hacia abajo y los mares se llenaran de agua, se instituyó una asociación civil llamada BECA JORGE GARCÍA ABAROA, A.C. que buscará apoyar constantemente a los jóvenes y motivarlos a continuar con sus estudios a pesar de las dificultades. Asimismo, yo me encuentro comprometido a aportar un mínimo equivalente a una Beca total para 3 estudiantes del Instituto Regiomontano y a corresponder con una aportación adicional similar a la que se logre recaudar cada año entre todos los miembros de esta generación del Regiomontano. He pedido a mis tres hijos, que fueron los beneficiarios de aquel gesto, que me acompañen para que se comprometan conmigo, para que aún cuando yo haya partido, en sus manos ésta Beca perdure y se acreciente.”

 

 “Pido perdón al Instituto y a Jorge García Abaroa por esta reacción tardía que, no es síntoma de ingratitud sino de descuido, pero sobre todo, pido perdón a aquellos alumnos, a aquellos muchachos que, por mi tardanza en reaccionar. Jorge, mi reconocimiento y mi aprecio, mi gratitud y admiración, mi amistad y mi respeto, por ayer, por hoy, por siempre y para siempre.”

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